Cinco de la tarde, en los alrededores del estadio de La Rosaleda.
En los alrededores de "La Bombonera", como la califican los aficionados malaguistas, una mezcla de colores azul y rojiblanco tiñen de colorido la avenida principal por la que se accede al estadio.
Dos aficiones, antaño rivales y hoy hermanadas, comparten los minutos previos antes del partido. Un derbi con sabor antiguo, de los de antes, pero sin la violencia y riñas del pasado. Ejemplo de convivencia pacifica entre seguidores de ambos equipos, que ejemplifica lo que debe ser esto, un deporte.
Despues de tomar un cafelito nos dirigimos a la puerta de acceso. Saludos y apretones de manos entre viejos conocidos y peñistas.
"A ver que hacemos hoy" dice uno, y el otro responde con resignación, "Espero que no nos burreen como el año pasado"....pareciera que hubiese tenido una visión de lo que despues pasaria en el partido.
Accedemos al interior de estadio, dejandonos llevar por esa marea de bufandas y camisetas rojiblancas, y una vez que llegamos a la curva donde han ubicado a la afición visitante, un amable empleado del club nos indica que nos sentemos donde podamos, que no hay numeración de asientos en esa zona, y que nos acomodemos donde quede sitio.
Los equipos comienzan a calentar, y las gargantas de unos dos mil granadinistas también lo hacen.
Comienzan los primeros cánticos de las dos aficiones, y un escalofrio recorre todo el cuerpo del narrador. Estamos en uno de los templos de primera división, dispuestos a ver a nuestro equipo. Nerviosismo, tensión, alegría, una mezcla de sentimientos que se transmite en la mirada de muchos de los que allí nos encontrábamos. El calentamiento ha concluido.
Saltan al terreno de juego los dos equipos y el himno del Málaga CF. suena por la megafonia. Toda la afición malaguista canta la letra de su himno, uno de los de antes, de los clásicos con aroma a marcha militar.
A la conclusión del mismo, la curva rojiblanca hace su aparición en escena. Dos mil seguidores granadinistas se ponen en pie, bufandas en alto, y comienza a escucharse una melodia familiar y cercana.
Dos mil almas, dos mil gargantas cantando a capela un sentimiento, una ilusión, unos colores.....el "Ayyyy mi Granadaaaaa" retumba por todo el estadio, ante las caras de admiración de la afición local.
¡¡Como expresar con palabras, lo que se siente en esos momentos!! es muy dificil evitar que la emoción te embargue en una situación así.
Del resto de lo que aconteció en el partido, ya se han escrito numerosas crónicas, con todo lujo de detalles, datos y opiniones.
Todos sabemos lo que ocurrió y lo dolorosa que ha sido esta derrota, pero no puedo dejar pasar por alto un último detalle, algo increible que nunca he visto en ningún campo de futbol, y que pocas crónicas han recogido.
En los minutos de descuento, fruto de la frustración y el desencanto de una derrota muy dolorosa, un cántico tristemente familiar comenzó a sonar en la grada de La Rosaleda.
Partió de la curva que ocupaba la afición rojiblanca, como un murmullo, pero poco a poco se fue extendiendo por todo el estadio, como un clamor.
Como si el dolor y la rabia de los granadinistas fuera compartida a partes iguales por la afición malaguista, y La Rosaleda entera cantó....."Anquela Vete Ya"
José Carlos Molina
